Carta a un descarado

Carta a un descarado expone a un hombre que se dice incapaz de mentir, sin embargo utiliza millones de pretextos para evadir sus responsabilidades.

Carta a un descarado es publicada porque tal parece que todo lo que platiqué con Israel Molina le resultó poco importante. 

En el mes de junio se presentó a mi casa orgulloso de tu trabajo y de tu página de Facebook, confié en su palabra y te entregué en total $32,500 pesos con la promesa de tener lista mi reja de herrería en 10 días; te pedí además, una puerta de aluminio peatonal y un mosquitero para la puerta, únicas cosas que cumpliste. 

Después de eso enviaste en tres ocasiones diferentes herreros a tomar medidas y nos aseguraste que ya estaba en construcción, que ya habías comprado material y que pronto nos enviarías fotos del avance. 

En cada ocasión tomé el número celular de esos trabajadores, confirme con ellos que no habían llegado a ningún arreglo contigo y mientras tanto tú me pedías más tiempo y dinero.

Israel Molina el rey de los pretextos.

El primer herrero te resulto malo y según tú estaba haciendo un mal trabajo, así que tuviste que despedirlo. Otro abusaba de las drogas, por lo que también tuviste que despedirlo.

El último, según tú ya tenía el material para trabajar, pero jamás le diste un sólo peso para iniciar la construcción de la reja. 

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Te entendí y te apoye cuando en julio – agosto me dijiste que te enfermaste de COVID 19. Esperé pacientemente que terminarás tu cuarentena, sin tener noticias tuyas ni del avance de mi reja. 

Entendí y te apoye, cuando me dijiste que en tu ausencia tus empleados se llevaron la herramienta a empeñar y vendieron el material de tu taller – ahora, supongo que lo hicieron cansados de escuchar pretextos y de esperar su pago – Me puse una vez más en tus zapatos escuchando de ti que ya eras un hombre de 41 años para estar mintiendo. 

Entendí y apoye, cuando en agosto – septiembre me trajiste de sábado en sábado con la promesa de que cierto ingeniero te debía por un supuesto trabajo y que pronto te pagaría. Hasta me enviaste pantallas de WhatsApp donde supuestamente ya estaba por salir tu pago, de nuevo creí en tu palabra. 

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Tuvimos que localizar tu domicilio particular para poder entrevistarnos y saber de ti y así lograr que en tu taller aceptarás firmar un pagaré.

Conseguir un buen arreglo

A esas alturas ya no me interesaba la reja, sino que me regresaras lo que correspondía de mi dinero, después de descontar la puerta de aluminio peatonal y el mosquitero que si alcanzaste a instalarme. Otra vez me pusiste una fecha que no cumpliste. Cómo te dije aquella vez, yo no te puse las fechas, tú sólo las decidías y las incumplías. 

Pasaron más días y no tenía noticias tuyas ni de mi dinero, tuve que promover el pagaré y pensar que otro sea el que hiciera efectiva la deuda…

Ya no quería escuchar más pretextos, pero de nuevo me pediste que bajará la publicación porque había personas – de tu familia- que se estaban poniendo nerviosas por eso. Te hice caso y lo hice confiando una vez más en ti.  

Entendí y te apoye cuando te corrieron del local – me imagino que por falta de pago de renta – Te ofrecí varias opciones, entre ellas que si no tenías un herrero ya que ese no era tu negocio, yo necesitaba también trabajos de aluminio. 

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Me alegré de que pudiéramos tener un buen arreglo. Me prometiste una vez más hacerme el trabajo y enviaste a alguien a tomar medidas, hasta me ofreciste usar un material que por ahí tenías guardado. De eso ya casi un mes y ni siquiera has podido enviar el presupuesto. 

Vi como te vapuleaban en las redes sociales por un tinglado que simplemente se cayo por una mala instalación – aunque así te lo hubieran pedido- y vaya que te dolió en el ego que en las páginas de ingenieros de Mérida se expusiera tu caso.

Te defendiste como sabes hacer “bla bla bla” y pantallas de WhatsApp… Pero según tu propia publicación no tardó mucho en que lo fueras a reparar. 

¿Cuáles fueron las lecciones que aprendí ?

  • Nunca confiar en ti. 
  • Que hace falta sacar a las redes sociales mi problema para que hagas caso y des solución.
  • Y que ya no quiero ningún trabajo de tuyo, sólo mi dinero de vuelta. 

Te dije una vez, que no me importa que me den un peso por el pagaré, si con eso me aseguro que aunque no tengas casa o carro que te pueda embargar, tengas miedo de que cada peso y que cada cheque que entre a tu cuentas de banco pueda ser detenido. 

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